17 sept 2010

EL DIAGNÓSTICO

"El fútbol es el mayor deporte del mundo", asegura el informe difundido por el Grupo de Acción Financiera (GAFI) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) en Julio de 2009 . De los 265 millones de jugadores que hay en todo el mundo, unos 38 millones son profesionales y cinco millones son árbitros, según datos de la FIFA de 2006.
Aunque no existen cifras oficiales sobre el monto total de dinero que mueve el fútbol, un informe de Deloitte citado por el diario español El Mundo, estima que sólo en Europa todo lo vinculado a este deporte profesional generó unos 13.800 millones de euros en el año 2007. De esta cantidad, 7.200 millones pertenecían a las primeras divisiones de las cinco grandes ligas (España, Italia, Alemania, Inglaterra y Francia).
Según el informe GAFI   la relación entre el fútbol y el crimen organizado "es más profunda y compleja de lo que se pensaba", involucrando la evasión fiscal, el doping, las apuestas ilegales y hasta el tráfico de personas. La estructura del fútbol, sus métodos de financiamiento y la cultura dominante en el más popular de los deportes son puntos de atracción para el crimen organizado, según afirma el GAFI en el informe. Menciona que "estamos ante un mercado fácil de penetrar", en el que suelen aparecer "funcionarios gubernamentales y sociedades" y "oportunidades de colusión entre el mundo honesto y el criminal".
P. Escobar fué dueño del Nacional de Medellín en los ochenta.
Las "complejas redes de accionistas", la "falta de management profesional" y la "diversidad de las estructuras legales" se unen a "la ausencia de reglas y control que facilitan la adquisición de los clubes de fútbol", agrega el informe.
El fútbol tiene "alta incertidumbre de resultados futuros", pero deja "fuertes beneficios no materiales para quien invierte", porque "los clubes están profundamente radicados en la sociedad" y representan una buena vía "para ingresar al establishment".
Según  la OCDE  el fútbol ha pasado de ser "un deporte popular" a convertirse en "una industria global" que mueve miles de millones de dolares desde inicios de los años `90 por la inversión en derechos televisivos y publicidad corporativa.

Fuente: Patrick Vassort.

EL FÚTBOL Y EL PODER





Los fútbolistas italianos saludando al duce (1934).

Ya en la década del treinta  Benito Mussolini captó que el fútbol ofrecía mucho mas que el mero espectáculo deportivo. Utilizó al fútbol como herramienta nacionalizadora y un método eficaz para distraer a las masas . Organizó el mundial 1934, ya que no pudo hacerlo en 1930 porque Uruguay se había ganado el derecho gracias a sus victorias olímpicas en 1924 (Colombes) y 1928 (Amsterdam). Aprovechó los éxitos deportivos de su selección en 1934 y en 1938 (Francia) en beneficio de la imagen de su régimen fascista. Campeonatos en los cuales existieron irregularidades tales como coimas a jueces, amenazas a rivales y hasta a los propios jugadores italianos con tal de que nada altere el resultado esperado.

Actual presidente de AFA J. Grondona reunido con Videla.

   Un caso similar se le puede adjudicar al triunfo de la selección argentina en el mundial que organizó en 1978 en plena dictadura militar, donde aprovecharon el éxito deportivo y todo lo que esto generaba mediáticamente para ocultar una enorme red de crímenes y violaciones a los derechos humanos que ocurrían en ese entonces.



Silvio Berlusconi.

Hace años que el fútbol atrae la atención  de empresarios que ven en el control de los grandes clubes, muchas veces convertidos en sociedades anónimas, un trampolín para sus ansiadas proyecciones políticas. Un  claro ejemplo  de ese fenómeno es el actual primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, un ultraderechista y multimillonario zar del periodismo, dueño del club Milan y varias veces involucrado en casos de corrupción.
  En Sudamérica existe el antecedente de Mauricio Macri (Actual Gobernador de la provincia de Buenos Aires), proveniente de una familia que se enriqueció durante el régimen militar y que aún sus empresas mantienen fuertes vínculos con el poder actual. A través de su gestión como presidente de Boca Juniors catapultó sus aspiraciones políticas. 

Fuente: Paul Dietschy (Historiador).

7 sept 2010

UN NEGOCIO REDONDO

   El meganegocio del fútbol tuvo su auge a partir del primer campeonato mundial televisado en dirécto para todo el planeta (México 1970).  Los derechos de televisación constituyen hoy en día el mayor negocio que ofrece el mundo del fútbol. El salvaje mercado capitalista ha permitido a las grandes corporaciones la creación de monopolios y oligopolios.

Havelange, Weber y Blatter.

   El 11 de junio de 1974 en la ciudad de Francfurt, durante la copa del mundo que se jugaba en Alemania asumió como presidente de la FIFA el brasileño Joao Havelange. Por otro lado Horst Dassler presidente de adidas impulsó está candidatura por medio de la compra de votos de algunos asociados indecisos. También persuadió a la firma Coca-Cola para que financiara la campaña de Havelange a cambio de estampar su logo en toda la copa del mundo. A partir de estos multimillonarios contratos la FIFA creó los directorios de Desarrollo, Marketing y Comunicación, plataforma inicial para dominar los grandes negocios que rodean al fútbol. El visionario empresario Horst Dassler intuyó antes que nadie el gran potencial económico de la TV al crear en 1983 la sociedad de marketing y de gestión de derechos International Sport and Leisure (ISL), el patrón de Adidas se convirtió en el socio número uno de la FIFA, a quien le aseguraba un confortable ingreso. Posteriormente ISL compró a la FIFA los derechos y los revendió a grandes precios  a los canales de televisión. Un acuerdo ganador para los accionistas de Adidas y para un puñado de jerarcas de la Federación. Hasta la quiebra fraudulenta de ISL en diciembre de 2001, algunos de sus altos dirigentes recibieron sobornos en agradecimiento por su fidelidad a la marca de las tres tiras.
La sociedad ISL Worldwide, creada por Horst Dassler, debía garantizar el padrinazgo deportivo mundial. Como sus cuentas no eran públicas, podía disimular numerosas operaciones contables, en particular las que servían al lavado de dinero. A la vez, los contratos que establecía no eran nunca el producto de llamados a concurso. Pero desde 1999 los negocios empeoraron y la firma sufrió graves dificultades financieras, vinculadas con riesgosas inversiones en el tenis y también en “el fútbol en Brasil y en China”.
El 18 de marzo de 2001 la Federación Internacional del Fútbol (FIFA), creó una sociedad de estudios: FIFA Marketing SA. Un mes después, el mundo del deporte y el de las finanzas descubren que ISL Worldwide habría tenido, como ocurre a menudo en el medio futbolístico, una caja negra en una cuenta bancaria secreta en Liechtenstein. El 21 de mayo de ese año ISL fue declarada en quiebra por el tribunal suizo del cantón de Zoug (Suiza) y, el 28, la FIFA inició juicio a ISL Worldwide por “sospecha de fraude y desvío de fondos”.El ex vicepresidente Jean-Marie Weber, amigo de Blatter desde hace treinta años, y otros cinco dirigentes de la sociedad fueron demandados por estafa. Según la acusación presentada ante el Tribunal del cantón de, los imputados habrían desviado 70 millones de euros pagados por las cadenas televisivas Globo (Brasil) y Dentsu (Japón) para comprarles los derechos de televisación de las Copas del Mundo de 2002 y 2006. Si bien Weber –a quien los investigadores consideraron el eje de un “sistema de corrupción”– y sus colaboradores se negaron a revelar los nombres de los destinatarios de dichas “comisiones”, uno de los dos dignatarios de la FIFA que fueron formalmente identificados se trata del presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol, Nicolás Leoz, quien habría recibido 211.625 francos suizos (147.518 euros) en enero y en mayo de 2000.
La FIFA acusa a ISL de haber “desviado 60 millones de dólares provenientes del canal brasileño TV Globo en el marco de la atribución de derechos de televisación” de la Copa del Mundo 2002. No obstante, la FIFA –dirigida desde 1998 por Joseph Blatter, hombre cercano a Horst Dassler y sospechado de haber comprado los votos que lo ungieron logró la proeza de salvar los dos principales activos de ISL (los derechos de televisación y de marketing de las dos próximas Copas del Mundo) gracias a una extraña jugarreta jurídica. Durante la audiencia, los seis acusados terminaron admitiendo que en la década anterior a la quiebra de ISL pagaron unos 96,2 millones de euros de sobornos, vía una cuenta del banco LGT de Liechtenstein, pequeño paraíso fiscal situado en el corazón de la vieja Europa. En su descargo, la legislación helvética no prohibía las comisiones al momento de los hechos. Por lo que los antiguos dirigentes de ISL y sus socios de la FIFA fueron reconocidos como responsables pero no culpables. Blatter, quien en 1998 sucedió a Havelange, se aferró a su cargo y en la actualidad negocia con su sobrino Philippe Blatter, presidente de la sociedad Infront Sports & Media AG, titular de los derechos televisivos de la FIFA y con domicilio en el cantón de Zoug, a semejanza de la fenecida ISL.


Con ISL o sin ella, el monopolio de la pantalla chica sigue operando desde la sede suiza de la FIFA, en Zurich. En 2009, Joseph Blatter recibió de manos de su generoso sobrino 487 millones de euros en concepto de derechos de difusión, de los cuales 469 millones corresponden a la Copa del Mundo 2010, es decir el 60% de los ingresos de la Federación Internacional.

Fuente: Paul Dietschy.



REFLEXIÓN FINAL



Habitualmente se analiza el fútbol en tanto fuente de placer, de socialización, de aprendizaje de reglas  y del respeto por el otro. Numerosos sociólogos y filósofos no dudan en atribuir al fútbol formidables cualidades (que indiscutiblemente posee y que justifican la pasión que desata en todo el mundo), sin señalar no obstante su paradoja central: se trata, por una parte, de una industria basada en un sistema supranacional. Todos estos negocios muestran que el fútbol funciona según el modelo de las empresas de tipo capitalista: su principal preocupación es conseguir el máximo beneficio. En general se respeta el verticalismo jerárquico, la ley del silencio y la filosofía de la obediencia a los jefes. Al mismo tiempo, el fútbol, como cualquier organización mafiosa, descansa en una estructura etnocéntrica, un sistema clánico, que organiza la reproducción de “padrinos” en el seno de las instituciones. Las diferentes “familias” del fútbol y, por así decirlo,  participan en esos negocios poco claros.